Ría del Eo - ayto-castropol
La Ría del Eo y Ríos del Concejo
LA RÍA DEL EO
Por José Mª Fernández Díaz-Formentí
La Ría del Eo es uno de los estuarios más importantes del norte de España. En los mapas y en las fotografías aéreas o de satélite destaca como una profunda brecha en la que el mar se adentra separando Asturias (donde se la conoce como “Ría del Eo”) de Galicia (llamada allí “Ría de Ribadeo”) . Una separación sólo física, pues la vida de los ribereños gallegos y asturianos a ambos lados de la ría y sus vínculos a la misma es muy similar. La construcción del Puente de Los Santos facilitó la comunicación entre ambas riberas, que antes se conseguía cruzando la ría en embarcaciones o rodeándola por la vieja carretera que cruzaba la orilla entre Vegadeo y Porto. Para estas gentes, la ría y sus ciclos mareales diarios, mensuales y estacionales están siempre presentes. Muchos de ellos están atentos a las mareas para pescar, recoger cebo o marisco, navegar, etc.
Este tajo entre ambas regiones mide algo más de 16 km. Desde su desembocadura al mar hasta Vegadeo la longitud es cercana a los 10 km, en dirección norte sur, con anchuras medias de 800 m, que en algunas zonas se aproximan al kilómetro. Aguas arriba de Vegadeo y Porto, la orientación del valle gira al suroeste hasta el puente del Fornacho, donde el extremo de la cola del estuario se continúa con el río Eo (entre Abres y Ría de Abres). Este segundo tramo del estuario es algo más sinuoso, y su canal mide algo más de 6 km, con anchuras variables en función de la zona y la marea (de 40 a 600 m). La superficie total del estuario es de unos 14 km2.
Buena parte de la parte externa de la ría está encajonada entre acantilados rocosos no muy altos. En su litoral aparecen algunas playas de cantos y gravas y notables ensenadas laterales de arena y fango, destacando las de La Linera, El Tarrón y Reme/Muro das Lamas. Aguas arriba de Vegadeo, en el canal superior del estuario, el paisaje es diferente. La costa ya no es acantilada, con laderas ocupadas por monótonas plantaciones de eucaliptos y extensas marismas de juncales y carrizos en torno al cauce del estuario.
En estuarios como el del Eo, las aguas fluviales se mezclan con las marinas, que se adentran con las subidas de marea. Esto trae consigo una multiplicidad de ambientes muy interesante, creándose distintas franjas de terrenos y vegetación en función de la mayor o menor salobridad del suelo, que además puede variar a lo largo del año en función de las mareas vivas y muertas. La confluencia de ambos caudales, el fluvial y el mareal, supone un importante aporte de sedimentos y materia orgánica, que precipitan y crean un biotopo muy rico en nutrientes para los seres vivos.
Pero, aunque rico en alimento, la vida aquí es difícil. Las plantas han de hacer frente a cambios bruscos de salinidad y de inundación a lo largo del día, alternando con horas de exposición al aire, al sol y al viento; resistir esas fluctuantes y drásticas condiciones exige importantes adaptaciones fisiológicas, que sólo un limitado número de especies ha logrado. Tampoco para la fauna es un medio fácil. Las continuas fluctuaciones de las condiciones entre las mareas, con cambios incesantes de salinidad en las aguas, sumersión y exposición a la intemperie, con lluvias o desecación, fríos y calores, etc. también exigen a la fauna una alta adaptabilidad y tolerancia fisiológica a esos cambios. No son muchas las especies que consiguen vivir aquí, pero aquellas que lo logran lo hacen con un gran número de individuos. En cualquier caso, para la mayoría de los animales las rasas fangosas expuestas en las bajamares no son precisamente ambientes cómodos. Por un lado la propia naturaleza pegadiza, disgregable e inestable del limo dificulta la movilidad por el mismo o la fijación de aquellas especies incrustantes o que se fijan por algún extremo de su cuerpo. Escasean rocas o refugios en los que protegerse de la exposición al aire y los depredadores (principalmente aves limícolas) durante las bajamares. A regresar las aguas de la pleamar se regularizan las condiciones físicas, pero también penetran cientos de peces marinos para alimentarse. Para sobrevivir aquí la mejor solución es enterrarse: el fango oculta al invertebrado de sus depredadores y lo protege de la desecación o de corrientes y oleajes. Gusanos y moluscos filtradores (berberechos, almejas, navajas…) se llegan a contar por centenares en pocos metros cuadrados, y son activamente buscados por las aves.
La Ría del Eo es un importante lugar de descanso y reposición de combustible para las aves que vienen desde el norte de Europa rumbo a África. En otoño muchas permanecen unos días descansando y alimentándose antes de proseguir viaje. Esos gusanos y pequeños moluscos que capturan picoteando el fango son transformados en grasa, cuya metabolización proporciona la energía que permite al ave seguir volando miles de kilómetros rumbo al sur. Algunos millares de ejemplares de distintas especies encuentran el invierno en el estuario y ría del Eo lo suficientemente benigno y rico en alimentos como para detener aquí su viaje y pasar dicha estación en sus marismas, pedreros y ensenadas. Son las conocidas como aves invernantes, que suelen permanecer hasta finales del invierno o inicios de la primavera, cuando regresan a sus territorios de cría en las tundras y taigas del norte de Europa. Por entonces también hacen escala en la ría algunas de las aves que invernaron más al sur, si bien en esta ocasión la escala es breve, pues hay prisa por llegar a apoderarse de un territorio y desarrollar el cortejo nupcial.
La importancia de este estuario desde el punto de vista ornitológico ha motivado su inscripción como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA); Asimismo es reconocida como Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), lo que trae consigo su inclusión en la futura Red Europea de Espacios Protegidos (NATURA 2000) y también ha sido incluida en la Lista de Humedales de Importancia Internacional (Convenio Ramsar 1971). Desde 1988 es Refugio de Caza, y el Principado de Asturias contempla su declaración como Reserva Natural Parcial. El 18 de septiembre de 2007 la UNESCO incluyó a la ría del Eo en su lista de Reservas de la Biosfera, junto con los Oscos y las Tierras de Burón.
- Para ampliar esta información entra en:
- http://issuu.com/pandiellayocio/docs/la_r_a_del_eo
- Portal temático sobre la Ría
- www.riadeleo.com
LOS RÍOS DEL CONCEJO
En el concejo de Castropol nace el río Porcía, cuya desembocadura funciona de frontera natural entre los concejos de Tapia de Casariego y el Franco. Es este un río de gran interés etnográfico y arqueológico, por los numerosos restos de molinos y ferrerías que se construyeron para aprovechar su cauce. Es el caso de las ferrerías de Lagar, Montealegre y A Cabanada. Precisamente en el entorno de esta última, se localiza uno de los tesoros naturales del concejo castropolense, por obra y gracia del Porcía: la cascada del Cioyo. Pese a su belleza se enclava en un espacio de difícil acceso pero actualmente está totalmente señalizada.
A finales del 2007 el Principado aprobó la adquisición del conjunto etnográfico de A Cabanada, ubicado en esta parte alta del concejo de Castropol, y con ella la compra de la espectacular finca de 100 hectáreas atravesada por el río Porcía. El caserío se encuentra en un precioso valle cubierto de vegetación autóctona y extensa pradería. Su construcción data de 1860 y mando ponerlo en pie el marino castropolense Domingo Vázquez Villamil. En el conjunto se localiza una casona tradicional de dos plantas y sótano. Junto a la casa principal se encuentra una construcción de piedra y un canal de agua que conduce río abajo hasta el molino, del que apenas si se descubren sus ruinas entre la vegetación.
Además del espectacular río Porcía otros muchos son los que atraviesan el concejo de Castropol destacando: el río Suarón, el Tol, el Eo y los Cobos.