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Introducción

Castropol, secreto del occidente asturiano, seduce desde el primer instante a quienes lo visitan. Su luz y su fuerza no pasan inadvertidos en un entorno natural que se perfila inabarcable... Castropol se asoma valiente al mar sin perder majestuosidad tierra adentro.

Descubrir Castropol es un verdadero juego de seducción para los sentidos y uno se da cuenta enseguida. Al llegar, imágenes de ensueño conquistan las retinas del turista sin más pretexto que el eterno recuerdo. Negros los tejados de pizarra y blancas las paredes; marrones de piedras que encierran el pasado de esta tierra; azules de río o de mar; verdes de bosque, verdes de campo... Colores, olores y sabores componen un remolino de sensaciones que conmueven el ánimo.

En Castropol, el tiempo se vuelve más relativo que nunca, tanto que deja de existir. Desaparecen las prisas y el agobio urbanita se vuelve suave brisa en el puerto de Figueras, espuma blanca en la playa de Penarronda o paseo en el Valle de Obanza... Cada canto rodado del casco histórico de Castropol nos recuerda la irrelevancia de las agujas del reloj, cobrando significado el pasado en nuestro presente. Historia viva en cada rincón, en cada palacete, en piedras que conocieron a la Searila, una hermosa joven cuya muerte provocó la locura de su esposo, tan enamorado que dedicó el resto de su vida a escribirle poemas de amor. Piedras que convivieron con ilustres marinos enemigos de los piratas Drake y Hawkins piedras y paredes como las del caserón de Sestelo, fábrica de papel convertida en orfanato de niños durante la Guerra Civil.

Pasado y presente son un acorde armónico en este rincón. Tradiciones y costumbres que la gente de esta tierra ha sabido conservar, se muestran hoy a quienes buscan la autenticidad de un pueblo. En el astillero de Pacho, las embarcaciones de madera siguen ensamblándose a mano como hicieran siempre sus antepasados mientras que en Figueras, cada mes de agosto los marineros rinden homenaje a su patrona en una fascinante procesión marítima por el estuario del Eo. Vestigios del pasado que se tornan ríos de flores en Castropol, cuando los vecinos engalanan las calles de la villa con espectaculares alfombras de pétalos y semillas para celebrar el Corpus Christi. Autenticidad declarada Fiesta de Interés Turístico Regional. Regatas de traineras y paseos en barca recuerdan necesidades de algún tiempo, que hoy se vuelven ocio en una ría que, sin pretenderlo, se ha convertido en testigo del ayer y reina de la naturaleza del mañana castropolense y asturiano.

Texto: Reyes Pérez